El pterigio, conocido como el ojo del surfista, es un crecimiento que puede afectar tu visión. Encuentra un óptimo oftalmólogo en Specialty Vision y recibe la atención especializada que necesitas.
Esta página proporciona información detallada sobre el pterigio, comúnmente conocido como ojo del surfista, incluyendo sus orígenes, factores de riesgo, síntomas, opciones de tratamiento y medidas preventivas.
Un pterigio, también llamado “ojo del surfista”, es un crecimiento triangular del tejido conjuntival en el borde interno del ojo que puede avanzar lentamente sobre la córnea. A medida que progresa, puede inducir astigmatismo irregular, causar deslumbramiento y, eventualmente, afectar la visión si cruza el eje visual. Es común en personas que pasan mucho tiempo al sol o que viven en lugares secos, polvorientos o con mucho viento.
El pterigio es un crecimiento de tejido que comienza en la esquina interna del ojo y puede avanzar lentamente hacia la pupila. Se origina en la membrana transparente que cubre la parte blanca del ojo y puede extenderse hasta la córnea. A menudo se le llama “ojo del surfista” porque tiende a afectar a personas que pasan mucho tiempo al aire libre, especialmente en zonas soleadas o cerca de la playa.
Muchas personas se preguntan si afectará su visión o solo cambiará la apariencia del ojo. Aunque generalmente es inofensivo, a veces puede crecer lo suficiente como para interferir con la vista. Tratarlo a tiempo puede ayudar tanto con la comodidad como con la apariencia.
Lo que resulta especialmente notable es cuán estrechamente está vinculada la aparición del pterigio con la geografía y la exposición ambiental. Comprender en qué lugares es más común el pterigio puede ayudar a los pacientes a evaluar su propio riesgo y tomar medidas preventivas.
En Estados Unidos, la prevalencia del pterigio varía significativamente según la latitud. En los estados del norte (por encima de los 40° N), como Washington, Michigan o Nueva York, la prevalencia se mantiene baja, típicamente por debajo del 2%. Sin embargo, en los estados del sur entre los 28° y 36° N, como Texas, Arizona y Florida, los números aumentan drásticamente, oscilando entre el 5% y el 15%. La mayor intensidad de la radiación ultravioleta (UV) cerca del ecuador es un factor clave detrás de estas diferencias regionales.
En América Latina, los datos revelan patrones aún más sorprendentes. Un estudio realizado en la región fronteriza entre EE.UU. y México (Tucson/Nogales) informó una prevalencia general del 16%, con un 23.7% entre los hombres y un 11.5% entre las mujeres. En Brasil, las tasas varían del 8.1% en el estado de São Paulo hasta más del 21% en comunidades de la cuenca del Amazonas. En Lima (Perú), un estudio hospitalario halló pterigio en el 31 % de los pacientes atendidos; esta cifra refleja una población clínica y no la prevalencia total en la comunidad. En la provincia de Chimborazo, Ecuador, un asombroso 55% de los adultos que acudieron a clínicas comunitarias fueron diagnosticados con esta afección.
Otros países de la región muestran tasas elevadas similares:
Argentina: 13.2% de prevalencia en algunas zonas de la Patagonia.
Colombia: 21.2% en general en el área de Villavicencio; entre personas mayores de 18 años, la tasa alcanza el 41.1%.
Barbados (Caribe): La prevalencia varía según la etnia: 23.4% en adultos negros, 23.7% en adultos mestizos y 10.2% en adultos blancos.
Venezuela: Aunque faltan cifras nacionales específicas, las regiones costeras y tropicales muestran tendencias similares a las de Colombia y Brasil.
Bolivia y Paraguay: Hay pocos estudios a gran escala, pero los datos localizados sugieren que la prevalencia puede superar el 20% en regiones rurales y de gran altitud.
Lamentablemente, todavía faltan datos poblacionales amplios para varios países de Centroamérica como Guatemala, Honduras, El Salvador y Costa Rica. Sin embargo, los patrones ambientales y ocupacionales sugieren que la prevalencia puede ser similar a la de las regiones del sur de México—aproximadamente un 16%—especialmente en zonas donde las medidas de protección solar son limitadas o se aplican de forma inconsistente.
Los hombres y los adultos mayores son diagnosticados con pterigio con más frecuencia que las mujeres y las personas jóvenes. Realizar actividades al aire libre de forma regular sin protección contra los rayos UV también aumenta el riesgo personal.
La causa exacta del pterigio no está del todo clara, pero ciertos factores de riesgo son bien conocidos. La exposición prolongada a la luz ultravioleta (UV), junto con el viento, el polvo y las condiciones secas, son los principales contribuyentes.
Aquí algunos puntos clave que explican por qué tiende a desarrollarse el pterigio:
La exposición excesiva a los rayos UV, especialmente en climas soleados cercanos al ecuador, aumenta la probabilidad de desarrollar un pterigio. Con el tiempo, los rayos UV pueden dañar las capas protectoras del ojo.
Vivir o visitar con frecuencia zonas secas, polvorientas o con mucho viento puede irritar el ojo y contribuir al crecimiento de esta afección.
Pasar largos periodos al aire libre, especialmente por trabajo o deportes, eleva el riesgo. De hecho, las personas que trabajan al aire libre tienen una probabilidad significativamente mayor de desarrollar pterigio en comparación con quienes pasan la mayor parte del tiempo en interiores.
La irritación ocular crónica, provocada por pequeñas lesiones repetidas de la luz solar, el viento, el polvo o los alérgenos, puede contribuir al desarrollo del pterigio. Aunque el ojo seco no es una causa principal, una vez que se forma un pterigio, puede empeorar la estabilidad de la película lagrimal, creando un ciclo de irritación en la superficie ocular.
Es importante conocer los signos del pterigio para poder buscar ayuda a tiempo. A veces puede pasar desapercibido, ya que no siempre causa molestias ni afecta la visión de inmediato.
Sin embargo, cuando aparecen síntomas, pueden incluir:
Un pterigio puede hacer que el ojo se enrojezca, se irrite o se inflame, lo que provoca molestias. Este suele ser el primer signo de que podría haber un crecimiento anormal.
Los pacientes pueden experimentar una mayor sensibilidad a las luces brillantes o al resplandor, lo cual puede volverse especialmente molesto en días soleados.
Cuando el crecimiento se extiende sobre la córnea, puede provocar visión borrosa o causar distorsiones debido a irregularidades en la superficie corneal. Esto es especialmente notorio durante actividades que requieren una visión nítida.
Algunas personas se sienten incómodas por la apariencia de un crecimiento visible en el ojo, especialmente si se vuelve más pronunciado con el tiempo.
La cirugía suele recomendarse cuando un pterigio causa molestias importantes, afecta la visión o representa una preocupación estética. Puede mejorar la apariencia del ojo y prevenir problemas futuros.
Estas son algunas situaciones en las que la cirugía podría ser la opción adecuada:
Visión bloqueada: Si el crecimiento alcanza la córnea y afecta la forma en que ves, su extirpación puede ayudar a restaurar una visión clara. También puede corregir problemas visuales como el astigmatismo causado por el crecimiento.
Irritación constante: Las molestias continuas que no mejoran con otros tratamientos pueden aliviarse mediante cirugía.
Graduación inestable: Un pterigio puede alterar la forma del ojo, lo que puede interferir con procedimientos como LASIK o la cirugía de cataratas. Al eliminarlo, se ayuda a estabilizar la graduación.
Preocupaciones estéticas: Si el crecimiento es visible y afecta tu percepción sobre tu apariencia, la cirugía puede mejorar tanto la apariencia del ojo como tu confianza personal.
Aunque la cirugía funciona bien para las personas con problemas de visión o molestias, muchas personas con pterigio leve o en etapa temprana optan primero por tratamientos no quirúrgicos. Estos métodos buscan reducir la inflamación y frenar el crecimiento.
Algunas alternativas comunes incluyen:
Medicamentos tópicos: Gotas o pomadas oftálmicas recetadas pueden aliviar la inflamación y ayudar a ralentizar el crecimiento.
Gotas lubricantes: Ayudan a aliviar la sequedad y la irritación, especialmente en ambientes secos o con mucho polvo.
Protección ambiental: Usar gafas de sol, sombreros de ala ancha y evitar la exposición al viento y a los rayos UV puede ayudar a evitar que la afección empeore.
Antes de la cirugía, te reunirás con nuestros oftalmólogos para una evaluación exhaustiva de la salud de tus ojos. Durante esta consulta, ellos:
Examinarán el ojo detenidamente para evaluar el tamaño, la ubicación y el impacto del pterigio.
Revisarán tu historial de salud ocular y cualquier síntoma que hayas experimentado, asegurándose de tener en cuenta todos los detalles.
Explicarán el procedimiento quirúrgico, responderán tus preguntas y abordarán cualquier inquietud relacionada con el proceso o el período de recuperación.
El día de la cirugía, el objetivo es mantenerte cómodo. El ojo se adormece con anestesia local, por lo que no sentirás dolor durante el procedimiento. Una vez que el ojo está insensibilizado, el cirujano procede a retirar cuidadosamente el pterigio.
A continuación, se toma un pequeño fragmento de tejido (llamado injerto conjuntival) de la parte superior del ojo. Este injerto cubre el área donde se eliminó el crecimiento. Ayuda a que el ojo sane y reduce el riesgo de que el pterigio vuelva a aparecer. El injerto se mantiene en su lugar con pequeñas suturas o un adhesivo especial.
Si sospechas que puedes tener pterigio, no dudes en agendar una cita con uno de los destacados oftalmólogos listados en Specialty Vision. Nuestros profesionales están capacitados para ayudarte a tratar esta afección ocular y mejorar tu calidad de vida.
Después de la cirugía, es fundamental seguir cuidados adecuados para ayudar a que el ojo sane y evitar complicaciones. Nuestros oftalmólogos te proporcionarán instrucciones detalladas que normalmente incluyen:
Uso de Medicación: Es posible que se te receten gotas oftálmicas antibióticas o antiinflamatorias para mantener el área limpia y reducir el riesgo de infección o molestias. Dependiendo de cada caso, el cirujano puede aplicar una dosis baja de mitomicina C o colocar una membrana amniótica para reducir el riesgo de recidiva. No todos los pacientes requieren estos pasos. Este injerto natural actúa como un apósito, aliviando la inflamación y minimizando la formación de cicatrices.
Evitar Esfuerzos: Es importante evitar cualquier actividad que pueda ejercer tensión innecesaria sobre los ojos, como levantar objetos pesados o hacer ejercicio vigoroso, durante un corto período después de la cirugía.
Protección: En los primeros días tras la operación, probablemente se te recomendará usar un parche ocular o una protección especial para evitar frotarte el ojo accidentalmente o sufrir lesiones, permitiendo así una adecuada cicatrización.
Visitas de Seguimiento: Las revisiones regulares con nuestros oftalmólogos son clave para supervisar tu recuperación. Estas visitas de seguimiento permiten asegurarse de que no haya complicaciones y que el injerto se esté integrando correctamente con el tejido circundante.
Eliminación eficaz del tejido anormal, lo que reduce la irritación y mejora la claridad visual.
Menor probabilidad de que el pterigio continúe creciendo, lo cual ayuda a estabilizar la forma de la córnea.
Mejora en la apariencia estética del ojo, lo que puede aumentar la confianza en uno mismo en personas preocupadas por el crecimiento visible.
Posibilidad de lograr una superficie más uniforme alrededor de la córnea, lo que resulta beneficioso en casos donde se consideran procedimientos de corrección visual.
Existen riesgos asociados con cualquier cirugía ocular, incluyendo posibles infecciones, sangrado o formación de cicatrices. Sin embargo, estos riesgos suelen ser bajos gracias a las modernas técnicas microquirúrgicas.
El pterigio puede reaparecer incluso después de su extirpación quirúrgica, aunque el uso de un autoinjerto conjuntival reduce significativamente esta posibilidad.
Algunos pacientes experimentan molestias temporales o sensibilidad a la luz durante el proceso de cicatrización, lo que hace necesario seguir estrictamente las indicaciones de cuidado postoperatorio.
El proceso general de recuperación puede tomar varias semanas, y la estabilización completa de la visión puede tardar hasta seis meses antes de considerar tratamientos adicionales.
No toda protuberancia en la parte blanca del ojo es un pterigio, por lo que es importante descartar otras afecciones similares.
Una pinguécula es un pequeño depósito amarillento en la conjuntiva que no invade la córnea. Puede causar enrojecimiento o irritación leve, pero nunca se extiende sobre la parte frontal transparente del ojo.
La OSSN es un crecimiento poco común y potencialmente grave de células anormales en la superficie del ojo. A menudo se requiere una prueba especial o una pequeña biopsia para asegurar que el enfoque del tratamiento sea el adecuado.
Un pseudo-pterigio puede formarse después de una cirugía ocular o una lesión, y puede parecer un pterigio a simple vista. A diferencia de un pterigio verdadero, generalmente presenta un borde irregular y no sigue la típica forma triangular.
No siempre se puede prevenir el pterigio, pero proteger los ojos puede reducir el riesgo y ralentizar su crecimiento. Aquí te mostramos cómo:
Elige gafas de sol envolventes que bloqueen el 100% de los rayos UVA y UVB para proteger tus ojos de la luz solar.
Esto proporciona una protección adicional contra el sol y el viento.
Intenta evitar estar al aire libre durante las horas de mayor intensidad solar. Cuando salgas, protege tus ojos de la luz directa y de los irritantes.
Los chequeos de rutina ayudan a detectar señales tempranas de pterigio, lo que permite tratarlo antes de que cause problemas.
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